La fenomenología del delito y el blanqueo de capitales

Blanqueo de capitales

En este artículo hablaré sobre la fenomenología del delito y el blanqueo de capitales. El delito es la forma que tiene la sociedad de denominar a la conducta mala o desviada en la que incurren diversos individuos concurrentes en la misma por unas u otras razones. Hay que tener en cuenta que el término conducta desviada no es absoluto ni permanente. De hecho, lo que se considera como conducta desviada en una sociedad puede no ser considerado como tal en otra, o incluso considerándose en un momento dado de la historia, dejó de serlo siglos más tarde. Por ello, se puede definir conducta desviada como aquella que es considerada como tal por una sociedad determinada en un momento determinado y que será de alguna forma, en todo o en parte, incluida en el ordenamiento jurídico mediante leyes o actos normativos que acarreen una sanción a la comisión de la conducta.

Es por todo ello que los órganos de gobierno de distintas sociedades tendrán la obligación de crear unidades o instituciones encargadas de prevenir y neutralizar a los sujetos que incurran en esta conducta desviada, que serán considerados como delincuentes. A estas instituciones es lo que se conoce como Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Policías, etc. Estos cuerpos en aras de sus funciones, va a clasificar a los sujetos infractores en tres tipos principales:

1º Los delincuentes habituales, son aquellos que o bien de forma organizada o habitual contemplan el delito como una forma de ganarse la vida.

2º Por otro lado se encuentran los delincuentes ocasionales, aquellos que solo incurren en la conducta desviada de forma esporádica. Estos son más fáciles de aprehender que los anteriores ya que no suelen ser profesionales y suelen dejar muchos cabos sueltos.

3º Por último tendríamos la delincuencia juvenil en la que impera una determinada franja de edad como criterio dominante con sus propios matices.

En esta clasificación los delincuentes más peligrosos son aquellos que se dedican de forma habitual, y dentro de estos, aquellos que se asocian entre sí para conseguir el fin ilícito. De aquí surge el concepto de delincuencia organizada, de la que habrá que distinguir unas asociaciones de otras en función del grado de complejidad y de estructuración.

a)      De este modo encontramos organizaciones eventuales o accidentales cuya estructura es muy débil y la preparación de sus miembros escasa. Este tipo de organización es la menos peligrosa y la más sencilla de desarticular.

b)     El siguiente tipo sería la organización convencional compuesta por miembros más preparados técnicamente y con una estructura mejorada.

c)      Y en el escalafón más alto estará la organización avanzada, en este caso hablaríamos de las mafias, en cuyos eslabones superiores se encuentran personajes de clases altas integrados en sus sociedades como ciudadanos ejemplares o destacados en los ámbitos político y económico.

Hay que señalar que la mayor parte de las organizaciones criminales centra su actividad en introducir al mercado productos ilegales, desarrollando un comercio paralelo conocido como mercado negro. Sus productos son bienes en muchos casos demandados por la sociedad con lo que se crea toda una economía ilícita paralela a la real. Pero también es cierto que para muchas organizaciones el objetivo primordial es el control de un determinado sector político o económico, e intentarán conseguirlo empleando para ello mecanismos como la coacción o la violencia. En el entorno europeo las principales actividades delictivas que llevan a cabo son por orden de mayor comisión:

1º el tráfico de estupefacientes;

2º Trata de seres humanos en aras a su explotación sexual o laboral;

3º Tráfico ilegal de armas;

4º Falsificaciones, que pueden ser tanto documental como de bienes de consumo con el fin de hacerlos pasar por el original;

5º Robo y tráfico ilegal de vehículos.

Pero si existe una actividad delictiva interesante a tratar porque ella se integra en casi todos estos delitos, no es otra que el blanqueo de capitales. El blanqueo de capitales es de vital importancia para la delincuencia organizada porque se ha constituido como el delito vertebrador del resto de delitos. Cuando una organización perpetra actos delictivos para poder beneficiarse de las ganancias, necesita introducir en el mercado cantidades ingentes de dinero. Sin embargo, no podrá hacerlo de cualquier forma porque ello llamaría la atención de las autoridades y serían descubiertos. De este modo se han constituido a lo largo de los años una serie de prácticas y estrategias empleadas por los delincuentes para introducir grandes cantidades de dinero, conseguido en actos ilícitos al mercado legal, simulando que ese dinero procede de instrumentos o negocios legales. Desde otra perspectiva, esta entrada de dinero supone un gran cisma en el mercado financiero ya que altera la libre competencia.

Un ejemplo de ello son todas aquellas subastas o compraventas de bienes de lujo u obras de arte que admiten pagos en efectivos. Una vez que el bien ha sido adquirido con dinero negro, su titular podrá quedárselo para uso personal o venderlo posteriormente en el mercado legal. Otro ejemplo sería la compra de boletos de lotería premiados.

En aras a minorar los efectos perniciosos del blanqueo de capitales en la economía y limitar su práctica, muchos gobiernos, incluido el español, han tomado medidas de diversa índole. Pero sin duda la medida estrella de los últimos años viene siendo la reducción de los pagos en efectivo, tendencia a su vez empujada por el rápido desarrollo de las tecnologías digitales. Sin embargo, siempre cabrá preguntarse, si este tipo de medidas enfocadas a prevenir el crimen, no tienen también como contra efecto el sobre control y la excesiva fiscalización de cada movimiento del capital en el mercado. Aunque supongo que ese extremo queda para otro debate.